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Reportaje:Carreras & capital humano

El líder se forja en el exterior

La expatriación de profesionales es muy valorada por la empresa

Una cosa es la velocidad a la que se mueve el mundo de los negocios, cuyo desmesurado afán de expansión comporta cambios permanentemente. Y otra bien distinta, el ritmo al que pueden avanzar los seres humanos que lo componen, cuyo proceso de adaptación es bastante más lento.

No en vano, los expertos hablan de un mercado global, que trasciende cualquier nacionalidad y frontera y en el que ha ido desapareciendo el concepto de distancia física e incluso temporal. Como consecuencia, cada vez más multinacionales españolas apuestan por expatriar a sus profesionales con más talento para garantizar la apertura o consolidación de proyectos extranjeros.

"El futuro es para las empresas que sepan gestionar adecuadamente la diversidad y la multiculturalidad", afirma Joan Pere Salom, gerente del área de Human Capital de Deloitte. Y añade: "La expatriación no sólo es un medio para abrir nuevos mercados; también es una oportunidad para desarrollar líderes globales".

Actualmente, más de 2.700 ejecutivos españoles trabajan en el extranjero

Eso sí, para lograrlo "hay que concebir esta experiencia como parte del plan de carrera". Y el primer paso consiste en "identificar el talento de los profesionales, realizando una selección y asignación específica para cada tipo de proyecto internacional", explica Salom. Ahora mismo, la media de edad de quienes deciden hacer las maletas por un periodo de entre uno y cinco años ronda los 40 años, y mayoritariamente tienen nombre masculino.

Además, también ha de tenerse en cuenta desde el inicio de qué manera puede "optimizarse el aprendizaje" adquirido una vez el expatriado regresa a la sede española. Así, "la experiencia multicultural es muy valorada por las empresas, que suelen cubrir las vacantes en puestos de alta dirección con este tipo de profesionales", constata este experto.

Se estima que hoy unos 2.750 españoles trabajan en diferentes rincones del mundo, especialmente en Europa y Latinoamérica, y cada vez más en China e India. El 80% de ellos forma parte de alguna de las 25 empresas del Ibex 35 que componen el Foro Español de la Expatriación (Feex).

Y lo cierto es que este proceso de internacionalización parece imparable. En 2007, casi la mitad de la facturación de las 15 multinacionales españolas más importantes -más de 10.000 millones de euros- procedió de sus filiales en el exterior. Telefónica, Repsol, Santander, BBVA, Ferrovial, Endesa y Acciona, que a finales de los noventa empezaron a realizar adquisiciones e inversiones en el extranjero, son sus protagonistas.

Sin embargo, la mayoría de los españoles se resiste a internacionalizarse, poniendo de manifiesto su preferencia por lo local, por lo conocido y, en definitiva, por lo que les recuerda a su propia casa. El arraigo cultural es profundo, de ahí que 8 de cada 10 ciudadanos fallecen en un radio de 20 kilómetros del lugar donde nacieron, según un informe sobre movilidad laboral del IESE-Cela, Creade y Sagardoy Abogados.

En el ámbito de la empresa, los propios directivos corroboran este sedentarismo geográfico. Sólo el 13% de los ejecutivos está dispuesto a cambiar de país por motivos de trabajo. Y eso que en algunos desplazamientos, sobre todo aquellos que representan oportunidades estratégicas de primer nivel, la compañía suele ser bastante generosa. Además del pago íntegro de la vivienda alquilada en el destino, el directivo expatriado recibe un salario algo más alto, que tiene en cuenta el coste real de la vida de dicho país y que incluye una prima por desplazamiento que puede llegar a los 2.000 euros mensuales, según datos de Deloitte. También se le financian otros gastos, como la educación de los hijos, los cursos del idioma, el coche e incluso el coste de los servicios de limpieza de su nueva casa.

Pero ¿qué pasa con el piso que dejan atrás? Debido a la cultura de la propiedad española, ésta es precisamente una de las mayores barreras, junto con el idioma, de la expatriación. "La lógica lleva a pensar que el expatriado puede vender su vivienda, guardarse el dinero en el banco y a la vuelta, junto con los ahorros acumulados, comprar otra, sin tener que pagar impuestos por esta operación", reflexiona Miguel Ángel Vidal, secretario general del Feex.

Aunque no es precisamente lo que está sucediendo. La legislación fiscal española se mueve con un modelo bipolar, que va desde el residente fiscal al no residente fiscal, sin prever el término medio que supone el expatriado. Por eso el Feex reivindica "introducir cambios en la legislación, de manera que se suprima esta barrera y se incentive indirectamente la expatriación". -

Un estilo de vida

Aunque en muchos casos la expatriación se concibe como una experiencia temporal hay profesionales que le acaban cogiendo el gusto y la convierten en su estilo de vida. Son los llamados ejecutivos trotamundos, que suelen ser "personas espabiladas y aventureras, que valoran la independencia y disfrutan cambiando de país cada cuatro o cinco años", explica Juan Antonio del Pozo, subdirector de gestión de asignaciones internacionales de Endesa, que cuenta con 90 expatriados.

En su opinión, estos profesionales "son muy valorados por la empresa", que deposita en ellos "la confianza necesaria para potenciar el proceso de internacionalización". "Gracias a su flexibilidad, son muy demandados para abrir nuevos mercados y controlar la inversión en países donde el negocio ya está presente", concluye.

Carlos Corrales responde al perfil. Con 34 años, es director de control y planificación de Endesa Helas, la filial de la multinacional española en Grecia, donde vive desde septiembre de 2007. "Desde que entré en Endesa, hace nueve años, me ha interesado desarrollar mi carrera en el extranjero", reconoce. No en vano, la expatriación indefinida le permite "vivir la vida como un proceso de aprendizaje, conviviendo con el cambio permanente y conociendo a personas y culturas diferentes, que te abren mucho la mente", asegura.

Corrales va a compartir esta experiencia con su pareja, con la que tiene planeado ir dando el salto a nuevos países, en función de sus intereses personales y las necesidades de Endesa. A nivel profesional, uno de sus objetivos es "aprender a gestionar la diversidad", que va a ser "uno de los retos más importantes de las grandes empresas", concluye Corrales. -

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